Palabras de Mármol para Israel y… otras de barro
Edwin Sánchez
I
Se han desatado las pasiones en este primer cuarto de
siglo no cumplido, donde la falta de corazón, el exceso de soberbia y las
maldiciones a flor de labio parecen vencer.
Menos mal que no vamos a unas elecciones entre la
opulenta Irracionalidad pendenciera y el Sentido
Común, carente de las potencias financieras de Caronte: la
razón perdería el poder de convencer en el firmamento de las ideologías
insensatas, pero no la capacidad de discernir entre la justicia y la
perversidad.
Muchos, por principios cristianos
innegociables, queremos que se pare la matanza de civiles y esa otra forma
de infierno prematuro —en la tierra de los vivientes— que es
el terrorismo.
Atacar ciudades y volver vecindarios, escuelas,
mezquitas e infraestructuras sanitarias en objetivos militares nos
recuerda en Nicaragua a Somoza, cuando bombardeaba indiscriminadamente los
cascos urbanos y los barrios.
Lo más grave es que la “respuesta” del actual gobierno
de Benjamín Netanyahu coloca a un país legítimo entre la Espada
—de Hierro que pende sobre Gaza— y el espejo evitable
de ser reflejo de la barbarie de una organización que demostró no representar
al pueblo árabe ni al Islam, al convertir un Festival de Música electrónica en
el desierto del Neguev, y los kibutz, en brutales polígonos de tiro con
blancos humanos indefensos.
Hoy, el mundo está conmovido y, peor, dividido.
Días de filias y fobias.
Unos prefieren mirar hacia otro lado, en el confort
del No-sabe/No-responde.
Otros, echar más leña al fuego para vender armamentos
y disfrutar cómodamente —desde la paz del Complejo Militar Industrial— de la
hecatombe, los niños sacrificados y los lamentos lejanos, en muerto y a
todo dolor por TV.
Algunos, incluso, toman los trágicos eventos tal como
si se disputara una supercopa de fútbol en Oriente Medio, sin tarjetas
amarillas ni rojas.
Los destructores cohetazos de Hamas, con masacres de
civiles desarmados, secuestros y hasta turistas en medio (que unos “no
ven”), y el mortífero ultraderechismo de los Sharon tan inacabables como
implacables hasta con los pacientes en cuidados intensivos (que
otros tampoco admiten, pero admiran), causan en ciertos fanáticos
del fratricidio el furor baladí de los goles: “¡Yo voy con Palestina!”
...
No faltan los maniqueístas para
quienes la realidad debe tener las virtudes de la plastilina, a fin de
amoldarse a sus “planteamientos ideológicos”, pase lo que pase: si de
“izquierda”, son “pro-palestinos”; si de derecha, “pro-israelí”.
Y hay quienes aprovechan las circunstancias para sacar
el antisemitismo que por años han segregado de a poquito, y ahora es el momento
de inocular toda su ponzoña de tinte Nazi.
Es, pues, una oportunidad de oro para las palabras que
no pasarán de ser tiestos de barro.
Hora de desenvainar el nihilismo…
Hora de las pálidas almas que adelantan epitafios que
jamás tendrán lápidas.
Y en este reinado del palabrerío, de lo banal, hueco y
envenenado, también es hora de recordar y hablar veracidades; tiempo de la
gente de pensamiento inteligente…
Al periodista Jeffrey Goldberg, de la revista
estadounidense The Atlantic, el Comandante Fidel Castro le dijo:
Sí, la nación que ha padecido más que cualquier otro
pueblo en todas las edades, y que aún está entre nosotros es Israel, a pesar de
los que anhelan su extinción completa de la faz de la tierra.
Los antiguos y los modernos imperios han arrasado —a
filo de espadas, desde las carabelas hasta los portaviones y drones— pueblos
enteros, sometidos a esclavitud, al coloniaje y otras infamias.
Sin embargo, en vez de asumir sus responsabilidades
históricas o actuales, sus descendientes y los actores de hoy, organizan
las Olimpiadas del Cinismo donde, para variar, son los
medallistas de la “libertad”, los “derechos humanos” y la “democracia”.
Y mientras todos estos “sacro-imperios” hicieron
y hacen de las suyas, sin pasar por ningún tribunal — porque allí también son
sus magistrados—, a las 12 Tribus de Jacob se les achaca todos
los días la más horrenda acusación que podría soportar una raza, un país, una
comunidad: ser deicidas.
Larguísima es la lista de los tipejos y personajes que
han querido borrar del mapa, y del espíritu de los hombres, a Israel,
aprovechándose del vil infundio bimilenario de que son “culpables” de haber
matado a Dios.
De ahí, los más bárbaros sátrapas y asesinos que en la
historia han sido, se han agarrado para perseguir, hostigar, confiscar,
encarcelar, deportar, denigrar, abolir su identidad nacional y quitarles a los
hebreos hasta el más básico de los derechos humanos: existir.
Llegan al colmo de declarar estado espurio a Israel, o
que nació en 1948, un acto jurídico que apenas refrenda a la nación que salió
de los lomos del patriarca Abraham en la antigüedad
Hay incrédulos (no todos), saltimbanquis y teólogos
que deliran al alimón con ver a una nación antiquísima en el
banquillo de la Migra global, para declararlo Estado
indocumentado.
Lo bonito del caso es que los tales pertenecen a
países que ni soñaban en aparecer en el escenario de la Historia Universal,
cuando el salmista, poeta, profeta y prominente antepasado de Jesús, David, ya
era el Rey de Israel. Entre sus múltiples credenciales de
gloria se anota su conquista de Jerusalén, la disuelta Jebús, entonces en poder
de los jebuseos.
Esto no sucedió hace 75 años. Es un acontecimiento de
más de ¡tres mil años!, en la tierra prometida.
La sede del reino de David jamás
perteneció a los extintos filisteos. Además, como apunta la BBC, “Aunque los
nombres se parecen, no existe una conexión entre los antiguos filisteos
y los actuales palestinos”.
“Se cree que (los filisteos) emigraron al
antiguo Israel desde territorios en el occidente, alrededor del siglo 12
AC” (BBC Mundo, 11 julio 2016).
Palabras de barro…
Orígenes (185-253 d.C.), es uno
de los Padres de la Iglesia. Ya temprano fue precursor de la veta antisemita
que se explotaría durante 19 centurias, que abarca el siglo XXI de los avances
científico-tecnológicos, con no pocos especímenes de la Edad de Piedra
de la Codicia, el Odio y la Miseria Humana.
Él escribió contra el pueblo judío: “Puesto que han
cometido el crimen más impío de todos los crímenes al conspirar contra el
Salvador de la humanidad en la ciudad donde ofrecían a Dios los
rituales habituales que simbolizaban misterios profundos. Por eso, la ciudad
donde Jesús sufrió semejantes vejaciones debía ser completamente
destruida. La nación judía debía ser destituida, y la
invitación de Dios a la santidad transferida a otros, quiero decir a los
cristianos”.
Para que no digan que el antisemitismo es una Marca
Registrada de la Iglesia Católica®️, el propio líder de la Reforma
Protestante, Martin Lutero, arengó, entre otras encendidas diatribas, que en
las sinagogas “se congregaban los adoradores del diablo, había que
aplastarlos, decomisarles sus libros” y, poco antes de fallecer, demandó
la expulsión de los judíos de Alemania.
Hitler no solo se inspiró para el Holocausto en el
superhombre de Nietzsche, sino también en el aplasta-judíos de Lutero.
II
Cristo ante Caifás. Copia de Juan de Noort, antes de 1624. Museo del Prado.
Uno de los Padres de la Iglesia, Santo Tomás
de Aquino (1225-1274), tras señalar a los autores, absolvió a
Israel de llevar a la cruz al Redentor.
“…entre los judíos había unos mayores y
otros menores, ‘los mayores que se decían príncipe suyos’, conocieron
como también los demonios que él era Cristo prometido en la ley,
porque vieron en él todas las señales que los profetas dijeron que sucederían;
pero ignoraban el misterio de su divinidad (…) Sin embargo, debe
saberse que su ignorancia no les escusaba del crimen, porque veían
los signos evidentes de su divinidad pero los interpretaban mal por odio y por
envidia a Cristo y no quisieron creer en sus palabras por las que
confesaba que él era el Hijo de Dios”.
Del pueblo, dice: “Pero los menores, esto es, la
plebe, que no conocían los misterios de la Escritura, no conocieron plenamente
que él mismo era Cristo ni Hijo de Dios; pues aunque algunos creyeron
en él, la multitud sin embargo no creyó, y si alguna vez dudaron, si él mismo
sería el Cristo a causa de la multitud de los milagros y la eficacia de su
doctrina, como se ve (Joan 7), fueron sin embargo engañados después por
sus príncipes y no le creyeron ni Cristo ni Hijo de Dios” (Suma
Teológica pp. 540-541).
El Concilio Vaticano II, (1962- 1965), actualizó a la
Iglesia Católica respecto a Israel: “Aunque las autoridades de los judíos con
sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su pasión
se hizo, no puede ser imputado, ni indistintamente a todos los judíos que
entonces vivían, ni a los judíos de hoy” (Declaración Nostra Aetate, CVII).
Santo Tomás de Aquino formuló esta frase lapidaria muy a propósito del tema de Israel. Por supuesto, Fidel sí comprendió al pueblo judío:
"El idiota considera falso todo lo que es incapaz de entender".
(Lunes 16 de Octubre de 2023)|


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