Crónica de una anacrónica liturgia:12 de Octubre
Las olvidadas invasiones precolombinas
Cristóbal Colón. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Me ahoga el castellano, aunque nunca lo
odié.
Él no tiene la culpa de su fuerza
y menos todavía de mi debilidad.
Edwin Sánchez/ Escritor
I
El 12 de Octubre cuenta
con una variedad de interpretaciones, omisiones, bendiciones y maldiciones. Al
final, hablamos español, estemos de acuerdo o no con el llevado, zarandeado y
traído “Descubrimiento de América”.
533 años después no tiene caso
rasgarse las vestiduras, llorar, lamentar y, para los dados a rencores sin
fecha de vencimiento, imprecar a España también
por la Conquista y la Colonia. Lo cual no quiere decir “pasar la página”,
porque, ciertamente, hay muchas páginas, y no solo las ibéricas, que no merecen
únicamente ser “dobladas”, sino arrancadas de la Historia, comenzando con
las INVASIONES y CONQUISTAS PRECOLOMBINAS.
El Teyte (de Teytli, Jefe en
Náhuatl) MACUIL MIQUIZTLI (Cinco
Muertes), nombre propio y legítimo del nombrado Cacique “Nicarao”, se lo
confesó a Fray Francisco de Bobadilla, quien lo transcribió en el castellano
del siglo XVI:
“No somos naturales de aquesta
tierra, é a há mucho tiempo que nuestros predecesores vinieron á ella (…)
nuestros progenitores (…) viniéronse porque en aquella tierra (Anáhuac, México)
tenían amos.
“En arrar e sembrar é servir,
como agora servimos á los chripstianos, é aquellos amos los tenían para esto é
los comían, é por esso dexaron sus casas de miedo é vinieron Á ESTA TIERRA de NICARAGUA; é aquellos
amos avían allí ydo de otras tierras, é los tenían avassallados, porque eran
muchos, é desta causa dexaron su tierra é se vinieron á aquella dó estaban”.
El Teyte al referirse a
“Nicaragua”, lo hace en la tercera persona del plural.
Es decir, no es nombre propio, ni
mucho menos el suyo, sino el de los territorios y las aguas bajo su dominio.
Allí, frente a la Mar Dulce, los
españoles —impresionados por la inmensidad del Cocibolca— juntaron NICARAO-AGUA, y así, por
un afortunado acierto, y concierto lírico del Náhuatl y el Castellano,
surge NICARAGUA, no un cacique: “vinieron a esta TIERRA DE NICARAGUA”.
El poeta y pensador Pablo Antonio
Cuadra,
expuso:
“Los maribios o Subtiavas —raza
venida desde California— habían OCUPADO gran
parte de Nicaragua ROBÁNDOLE TIERRA a indios
al parecer venidos del sur que, DESALOJADOS, pasaron a
ocupar el interior y el Norte de nuestro país. (…) Los Chorotegas a su vez EMPUJARON y ARRINCONARON a los
Subtiavas.
Y luego llegaron los Nahuas a EMPUJAR a los
Chorotegas QUITÁNDOLES PARTE DEL TERRITORIO. Y todavía
Torquemada y Gómara agregan una INVASIÓN AZTECA o MEXICANA por mar, que DERROTÓ y QUITÓ PARTE de su TIERRA a los
Nahuas. (El
Nicaragüense, Serie PAC, Ensayo I, 2003, pp. 22,23).
Así que llegaron los nahoas y
expulsaron a los chorotegas de “sus” tierras, entre comillas, porque antes que
Colón “descubriera” Nicaragua, ya los Caribisis se le
habían adelantado, estableciéndose en el Pacífico, sobre todo en la parte sur,
donde vivían tranquilos en sus incipientes domicilios. Luego,
perseguidos por los invasores (subtiavas), debieron refugiarse al otro lado
del Gran Lago Cocibolca y en el centro de lo que
hoy es la República. Mas llegaron los Chontales, desde Chiapas, México, a
despojar de nuevo a los proscritos pueblos, lanzándolos hasta el Caribe, al que le
dieron su nombre.
Apenas un apretado resumen, para
aquellos que todavía creen que España “estrenó”
conquista, opresión, esclavitud, destierro y saqueo, y que el Continente
“descubierto” era habitado solamente por ángeles, serafines y querubines.
Pero aquella época, aunque
modificable por el cálculo, el oportunismo, ideologías decimonónicas y la
ignorancia que pervierte la verdad con la mansa monotonía de la repetición,
siempre estará ahí, abriéndose paso a través de la agrietada memoria de los hombres.
Un notable historiador ya puso el
pasado en su debido lugar, si alguno todavía piensa que los españoles acabaron
con el último Paraíso Terrenal en este mundo:
“Había también DIVISIONES SOCIALES, y la ARISTOCRACIA, como la de
todas partes, era por lo general, dura, orgullosa, HIPÓCRITA y NO USABA DE PIEDAD con
los VASALLOS” (Historia
de Nicaragua, José Dolores Gámez, Primera
Edición, 1889, p. 58).
Nicaragua, una prolongada y
aciaga crónica de invasiones. vencedores y vencidos…; de “verdades reveladas” —de pedernal, obsidiana y
barro—, aplastadas por otras “verdades reveladas” —de pólvora, hierro, plomo,
dogmas, Santa Inquisición; santos y vírgenes de madera,
“aparecidos milagrosamente” en el mar o en lagos, que luego navegaron sobre la
multitud sencilla de tierra firme—, aplastadas por otras incrédulas “verdades
reveladas” …
En fin, una sucesión de “verdades reveladas”, pero de
paja y hojarasca ante Aquel de quien Rubén
dio fiel testimonio:
Vida, luz y verdad, tal triple llama
produce la interior llama infinita.
El Arte puro como Cristo exclama:
Ego sum lux et veritas et vita!
II
Algunos detestan los días cuando se
celebraba el “Día de la Raza”. Luego, a insistencia de no
tantos, se habló de Encontronazo España-América, Choque de Culturas, y para
bajarle el tono, Encuentro de Dos Mundos. Y Día
de la Diversidad Cultural Americana que adelantaba, con frágil y
comprometida franqueza, el Día de la Hispanidad.
Los que se dicen de
"izquierda”, asumen, al menos en su liturgia cuasi dominical —sin
compromiso verificable el resto de la semana—, el “Día de la Resistencia
indígena, negra y popular”.
En la realidad, ni DÍA DE
LA RAZA que valga, porque solo faltó, para quitarle lo cínico, el
término supremacista “Blanco”: “Día de la Raza Blanca”.
Ni las visiones extremas de “CHOQUE”
o “ENCUENTRO DE DOS MUNDOS” para condenar o absolver a Hispania, porque
no fue un fenómeno exclusivo España-Abya Yala (América).
Es a punto de encontronazos y batallas encarnizadas que se ha hecho
la Historia, local o universal. Que así, antes que llegaran los centauros
barbados, se pobló nuestro país por oleadas… ¿migratorias o
conquistadoras?
Consideremos mejor una síntesis que
va de lo aislado a la aglutinación, de lo bueno con lo bueno o lo necesario,
aunque no siempre en paz: así, en la Gran Manquesa, territorio
Mangue (Diriomo, Diriá, Catarina, Masaya, Monimbó, Niquinohomo, Nandasmo,
Masatepe, Nimboja, Xalata, Jinotepe y Diriamba), predominó el Náhuatl, que era la
lingua franca en que españoles y naturales se entendían. Claro, los chorotegas
aportaron también sus palabras y hasta sus apellidos que conocemos: Potosme,
Potoy y Putoy, Hondoy, Ñamendi, Ticay, Norori… (Nicoya es Náhuatl).
De esa amalgama, con la presencia
forzada de hijos e hijas de África en estas latitudes, se fue formando
Nicaragua.
DÍA DE LA HISPANIDAD, tampoco.
Sería ovacionar el nacimiento de una potencia de ultramar, el Imperio Español,
expandido con su principal “arma” sobre el alma prehispánica: la cristiandad
española.
Nadie besa las cadenas, por
herrumbradas que estén por los siglos, a menos que el ingrato “olvido” que
festeja la superstición las haya dorado de “piadoso” rosario.
DÍA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL
AMERICANA está
más próximo a un ideal que a la realidad, porque todavía se escuchan frases
denigrantes: “No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”.
“No hay peor cosa que poner a un indio a repartir chicha”. “Allí solo va el
indierío”. “Se le salió el indio”. “Se metió
con el indio ese, en vez de mejorar la raza”. “Merienda de negros”. “Trabajar
como negro para vivir como blanco” …
Ah, y la joya de la corona del
máximo menosprecio de la alcurnia que se considera superior al resto de
los nicaragüenses.
Con su “democracia”
discriminatoria, desde el gobierno de los años 90, expresaron su racismo contra
los nicas migrantes que llegaron a Estados Unidos a fines de los años 70 y los
80, incluidos prominentes somocistas, civiles y exmilitares: “Gringos caitudos”.
¿Y eso de la “RESISTENCIA
INDÍGENA etc.”? Peor. Pues por sus frutos los conoceréis.
Y aludimos no a la forma, sino al
contenido de esta supuesta “Resistencia”.
Apartando las proclamas, los
discursos a prueba de insomnios, la quema de la bandera de España en otros
lares para variar y el tal-por-cual anual al Rey, ¿qué nos queda del 13 de
octubre en adelante, hasta el próximo 12 del otoño entrante?
Nos decimos que hay “Resistencia
Indígena”, y en vez de mantener el nombre Náhuatl original, con su
elegante X de XILOTEPETL —gracias
a Dios a salvo en Xolotlán, Xiloá y Xalteva—, aquí
la perdimos de vista desde el siglo XVII, expulsada por una jota muy hispánica.
Sí, excluimos la X, y también nos valió desprendernos de la sonoridad poética ancestral, como un silbo entre la milpa que completaba la sílaba PETL.
Hemos, incluso, llegado al colmo de
haber metido otro gol al Náhuatl, cuando mal escriben nuestro oriundo nombre
con un abrupto final casi de cuartel: “XilotepeLT”. Hasta un
equipo deportivo lo lleva errado, reproduciendo esta rara forma de la
“Resistencia indígena…”.
El TepeLT NO
EXISTE en Náhuatl ni en chino, ni latín. Ni siquiera
en escaliche. Lo académico son los seis
invariables fonemas que lo componen: TEPETL.
Podemos hablar de la fortaleza de
la cultura de nuestros hermanos mayores del hemisferio: MéXico.
Ningún poblador del hermoso país
azteca-maya, por hablar de sus dos colosales civilizaciones, se sentiría a
gusto escribiendo MéJico. Se ve y se lee horrible. Es rebajar su grandeza. Y
por los nombres y el aprecio a las lenguas maternas, deber nuestro es conservar
el esplendor de la palabra de aquellos hombres y mujeres que nos antecedieron
como nación.
Es que ni lo bárbaro
en grado de imperdonable, ni los
cultores del odio ni nada de los episodios abominables que ensombrecen los
anales de la humanidad, apagan el ingenio de los hijos de los hombres, la luz
de las artes, los resplandores de las ciencias, mucho menos que oscurezcan las
estelas de maravillas que han bajado de las principales Cumbres del Espíritu:
el Decálogo
del Monte Sinaí y el Sermón de la
Montaña.
Si unos tienen fe en la violencia y
otros son apasionados cizañicultores, más se han
dado al cultivo de la misericordia y
la cosecha
de la concordia, abonadas con la ardua tolerancia.
Los nombres, por lo tanto, son
esenciales: fundan identidad. Conocimiento y reconocimiento. Originalidad, no
copia. No reflejo. No cualquier cosa. Es Cultura.
Es legítima y educada PERMANENCIA, superior a
“RESISTENCIA”.
Si no, consideremos...
Xilotepetl, Cerro del
Maíz Tierno. (Xilotl en Náhuatl, chilote).
Don Jaime Incer, en su libro Toponimias
Indígenas de Nicaragua (Libros Libre, San José, 1985), cree que Tepec
es “pueblo de”, pero el sufijo C es el artículo “de”. Es de aclarar que en los
diccionarios de Náhuatl, el vocablo verdadero es Tepetl, equivalente a Cerro, y
con la C, es “Cerro de…”.
De Tepetl se derivó Tepet.
Por ejemplo, San Juan Bautista
de Masatepet (Cerro
de los venados), que así lo escribió Fray Blas
Hurtado y Plaza en sus memorias, quien las empezó a pergeñar en
1782, y están conservadas en el Archivo General de Indias, Sevilla,
España.
Quien otorga la primera
certificación para el libro es el Cura por el “Real Patronato
de San Juan Baptista de Masatepet”, Manuel Bernardino de la Paz y
Solórzano, el 22 de marzo de 1783, precisamente a un siglo, mes y
diez días antes ser elevada la Villa de Jinotepe a Ciudad.
En el mismo volumen, tanto el
mentor del fraile como el autor, mencionan la cabecera departamental de Carazo
tal como se escribe en la actualidad. (Memorial de mi Vida, Fr.
B.H. y P., Carlos Molina
Argüello,
Serie Ciencias Humanas, Banco de América, 1977, pp. 3-273-296).
De un “Jinotepet” no he visto
registro alguno. Puede que lo haya. Sin embargo, ha prevalecido el Xilotepetl
extraoficial, por los amantes de la nicaraguanidad, de lo nuestro.
Ah, pero los que hablan de
“Resistencia Indígena” del diente al labio —como sucede con ciertas
doctrinas, creencias, consignas…— mantendrán el castellanizado Jinotepe, herencia
irresistible de los conquistadores y colonizadores que les
costaba la dicción Mangue y Náhuatl, fijando su posterior articulación
peninsular.
La “Resistencia” de plastilina,
cámaras y tarimas no lleva a ninguna parte.
Con Jinotepe (47 kilómetros al sur
de Managua) también damos por perdido, o casi, sus nombres primigenios que
prácticamente manifestaban las aguas cardinales del Norte y del Sur: Chaliapa y Guisquiliapa. Obviamente,
los pobladores del último lugar lo mantienen. No así, Chaliapa, del que no hay
una mención moderna.
Y al Este, La Pila Grande.
La raíz, o derivación, Apa, es nativa,
en el sentido de Río. Según el Diccionario Náhuatl Estándar, hay dos palabras
para este caudal: atoyatl y apan. Lo leemos en el río Tepenaguasapa, Departamento
de Río
San Juan,
o más cerca, Las Pilas de Sapasmapa, entre La Concha y San Marcos (43
kilómetros al sur de Managua).
El escrito de un notable
diplomático jinotepino (q.e.p.d.) lo corrobora: “Chaliapa y
la Pila
Grande recogieron
en sus ONDAS eco fantasmas perdidos entre
la hierba (…) En sus AGUAS cabalgaron
ilusiones y fueron espejo burlesco de la vida”. (Jinotepe, Armando Luna Silva, Madrid,
España, Julio de 1976, p.35).
Como sea, no es maravilla que el
“asentamiento” indígena, realmente una ciudad muy activa en los pasados
siglos, se haya ubicado cerca de las aguas cargadas
de vívidos octubres.
Recuperar nuestras toponimias y nombres auténticos de los personajes es un acto de amor a la Patria, más allá de quedarnos únicamente estacionados con el Cacique Diriangén, que en el año 1522 había desatado una guerra contra Tenderí, Cacique de Nindirí. Fue tan feroz el conflicto tribal que el mismo conquistador, Gil González, debió pasar de larguito, lo que le permitió dar con el Lago Xolotlán.
Dar no es lo mismo que "descubrir", porque el nombre Xolotlán no se lo puso nadie del Viejo Mundo, puesto que no adoraban al hermano gemelo del dios azteca Quetzalcoatl, la deidad del fuego, la muerte y patrón de las desgracias (¿tendrá que ver con los terremotos de Managua?: Xolotl.
Imagen tomada de Axolotlán.com
De lo que se trata hoy es reestablecer nuestro mapa pronunciado.
Es saldar las deudas con nuestros
antepasados, respetando la escritura prístina de Nicaragua, comenzando con
nombrar al Teyte que dominaba la región de Nicaragua, el istmo de Rivas y más
allá, que llamaron “Cacique Nicarao”.
Sí, reconocer su nombre
propio: MACUIL MIQUIZTLI. Es su gracia
borrada por el alto cargo o, quizás por el desprecio de Gil González hacia
aquel “salvaje” que le demostró ser más sabio que él, un “culto” europeo.
Devolverle a Jinotepe al menos
su X prístina de Xilotepetl, y escribirlo correctamente. Tepetl ya
sería “abusar”.
Restituir el TZIN al GüegüenCe, que
corresponde fonéticamente al sonido Ce, que es un
sufijo reverencial, que diferencia al personaje de cualquier anciano, porque es
El Viejo por excelencia. Y que no obedece al gentilicio “Nicaragüense”. Es decir,
no es “Güegüense”
como lo “tradujo” el mercado, la mediocridad, la desidia y el desdén a la
lengua Náhuatl.
¡Nombres
autóctonos hacen Historia!
El 12 de Octubre, pues, no debe
quedarse estancado en la narrativa de “la explotación”, del “saqueo” de las
riquezas y demás.
Hay que avanzar…
Lo fundamental es que España no vea
a Nicaragua con ojos de Pedrarias “renovados”.
Que si hubo 12 de Octubre, también
hay 15
DE SEPTIEMBRE.
Mejor celebremos la Lengua
Española,
enriquecida por las culturas madres americanas, y por Miguel de
Cervantes y Rubén Darío, por si hay
dudas.
Y cumplamos con el ÍNTEGRO
EJERCICIO DE SER NICARAGÜENSES: no desatender las tristes
lecciones de nuestra Historia de guerras, revoluciones, golpes de Estados, luto
y dolor, para no perder el DESARROLLO alcanzado en este primer
tramo del siglo XXI.
Desarrollo sí, sobre los rieles de
su correlato horizontal-institucional para que la nación no vuelva a ser
descarrilada por las “verdades reveladas” de las tribus
verticales del siglo XX.
Y aquellos pueblos, reinos, tribus,
repúblicas, democracias, naciones unidas o desunidas, oenegés y organismos que
nadie eligió para dictar sentencias en este mundo, SI ACASO ESTÁN
LIBRES DE PECADO, que tiren la primera piedra, como
hoy diría, probablemente, el RABÍ DE ISRAEL.
JESÚS es su nombre.

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Felicidades hermano.
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